Agustina Frías soñó Dávila, entre amigos y lo puso en marcha. La joven escribana, convertida en emprendedora gastronómica, volvió a Jujuy luego de terminar un máster en Desarrollos Turísticos Sustentables en España, con una idea para llevar adelante: cómo aportar desde un emprendimiento joven a la economía regional, siempre con estilo propio.
“Di una vuelta al mundo y volví. Jujuy es mi lugar”, compartió Agustina. “Cuando llegué tenía ganas de abocarme a la gastronomía, pero con un concepto más nuevo que no sólo apunte a un público específico, sino que me permita devolverle a mi Jujuy lo que tanto me dio y me sigue dando”, valoró.
“Dávila es una fusión, de arte, gastronomía y diseño, nada es azaroso. Con una política sustentable y todo en el marco de las normativas vigentes del rubro, queríamos, con mi socio Bernardo Álvarez del Rivero, lograr construir un lugar para comer rico, abundante, en un clima familiar y súper moderno; y los más importante: que la atención de nuestro equipo sea lo que te invita a volver”, resaltó Agustina.
Luego de cinco meses de un gran trabajo de demolición y refacción integral junto a los equipos de Tablón, una casona de Ciudad de Nieva se fue convirtiendo en Dávila. Tiene mucha propuesta en diseño interior, mientras que los detalles de iluminación y la conservación del piso original de la vivienda conforman un todo que convierte al salón comedor en un lugar que invita a disfrutar del placer que pueden brindar la buena comida y bebida.
Dávila te ofrece tapas, ensaladas, pizzas y platos principales, todos con un sello propio que los hace únicos. Sabores nobles bien jujeños como el queso de cabra y la trucha de Yala, o la combinación de quinua de la Puna junto un delicioso salmón fresco son parte de la oferta gastronómica que podemos encontrar. Para acompañar, podemos disfrutar de una selección de vinos, entre lo que se destaca “Itinerante”, un vino de autor.
También ofrece la hora del té a partir de las 17.00, con el especial carrot muffin hecho en la cocina sustentable de Dávila. “Estamos comprometidos con el cuidado del ambiente, por eso aportamos con estas intervenciones nuestro granito de arena, reciclando al máximo los desechos que generamos”, destacó la joven. Es que en Dávila envían los aceites de cocina ya usados a una refinería en Córdoba que se ocupa de procesarlos y darle nuevos usos de tipo industrial. A su vez, con todos los residuos orgánicos de cocina, se gestiona el compostaje, abono natural.
“Dávila supera nuestras expectativas todos los días”, pone en común la emprendedora. “Nos sorprende las ganas de comer rico de los jujeños y la recepción que estamos teniendo. Con doce empleados, entre la cocina y el servicio del salón, Dávila es un equipo. Disfrutamos lo que hacemos, ponemos mucha pasión y sobre todo tenemos un gran compromiso con los estándares de calidad de los productos que ofrecemos, y hoy estamos seguros de que eso es parte de los buenos resultados que estamos teniendo”, cerró Agustina.