Años más tarde, regresaron al mismo paraje. En lugar de aquella vivienda miserable se encontraron con una bella estancia, con sembradíos y graneros. Sorprendidos, vieron salir de la casona al mismo hombre que les había acogido. Su aspecto era completamente diferente. El hombre ignoraba que ellos eran los responsables de la muerte del animal. Cuando preguntaron a qué se debía tanta prosperidad, el hombre les dijo: “Un día, alguien mató la única vaca que teníamos. Creímos que el mundo se acababa para nosotros. Nos desesperamos pues pensamos que ya no podríamos alimentarnos. Cuando se terminó la carne, no nos quedó más remedio que ponernos a sembrar: comenzamos a plantar en nuestra parcela. De a poco empezamos a aprender todo lo que podíamos hacer en ella. Afortunadamente las cosas han ido bien desde entonces y hoy vivimos mucho mejor que cuando estaba nuestra preciada vaca.”
Las personas, y las sociedades, convivimos con vacas todo el tiempo. Nos proporcionan seguridad, pero a la larga nos hacen ser dependientes de ellas. No nos dejan avanzar. Nuestro mundo se reduce, entonces, a lo que la vaca nos puede proporcionar. Impiden nuestro desarrollo. Nos hunden en la mediocridad.
Emprender es, de alguna manera, matar nuestras vacas. El emprendedor, como el sabio, tiene que ser despiadado con el conformismo. ¿Por qué? Porque emprender es difícil. Es dejar de lado la seguridad. Emprender implica tomar riesgos, grandes riesgos. Implica asumir las consecuencias de las decisiones que tomamos. Emprender implica jugarnos el pellejo.
¿Qué nos mueve a tan monumental desafío? Cada emprendedor tiene que buscar su respuesta. De manera general, creo que emprender es la única manera que conocemos para crear riqueza, para crear empleo, y por lo tanto para disminuir la pobreza de manera consistente. Es la única manera para mejorar el bienestar económico y la calidad de vida de la sociedad en su conjunto.
Por eso necesitamos más emprendedores, más empresas. Necesitamos más y mejor educación para fomentar el espíritu empresarial de los jóvenes. Necesitamos instituciones sólidas que favorezcan el desarrollo, con reglas claras, consistentes y estables. Necesitamos que la sociedad valore el increíble esfuerzo que hacen los empresarios y los trabajadores por mantener las empresas a flote a pesar de todas las dificultades.
Emprender es, en definitiva, intentar crear un mundo mejor.
Fuente: Instituto Minka
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