La cooperativa CAUQUEVA tiene un lugarcito en el corazón de los jujeños ya hace cerca de 25 años: fue gestionada por agricultores y agricultoras de la provincia de Jujuy a principios de los años noventa con el objetivo de mejorar la calidad de vida de los pequeños productores campesinos de la quebrada y valles de Jujuy.
En 2003, se creó el Programa Integrado de Cultivos Andinos (Pica), articulando horticultura y productos andinos ancestrales. Y actualmente, como comparten sus socios en el portal web de la cooperativa, la cooperativa CAUQUEVA se encuentra llevando adelante el proyecto “Generación de valor añadido a procesos productivos agroindustriales de las organizaciones rurales de la Quebrada de Humahuaca (Jujuy, Argentina)”, financiado por la Unión Europea.
En ese marco, recientemente abrió un local en San Salvador de Jujuy (en la esquina de las calles Alvear y Otero), y allí podemos encontrar una nueva estrella del repertorio culinario en Jujuy: los palitos de maíz, conocidos por todos y todas en este país como chicitos.
La línea de chicitos hizo público la cooperativa en su página en Facebook, es una de las propuestas que ofrece CAUQUEVA al agregarle valor a nuestros productos tradicionales.
Jorge Vilte, coordinador de Producción en la planta que CAUQUEVA tiene en la entrada norte de Maimará, compartió detalles del proceso: en los campos de las y los productores, se acopian maíces capia que ya llegan desgranados a la planta. “Son de zonas como Humahuaca, Huacalera, Purmamarca, Tumbaya. Se los aventa bien para limpiarlos y se los manda al molino, donde se los muele en grueso, tipo frangollo. La harina fina la usamos para los fideos, para la elaboración de chicitos la usamos gruesa”, explicó.
Paralelamente se eleva la temperatura de las máquinas durante algo más de una hora, “y vamos pesando de a quince kilos para volcar en la tolva; allí echamos el maíz y una porción breve de agua, eso hace que se expanda”, ahondó.
Tras sacarlo de la máquina, se lo deja reposar 24 horas, y se le agregan las especies. Hay una variedad “Natural”, que es maíz y agua. El “Picante” lleva ají, tomillo, orégano, apio, cebolla, sal y pimentón. El “Especial” es como el “Picante” pero sin ají, y los “Morados” llevan queso y cebolla. Se usa aceite de oliva y en ningún caso elementos químicos.
Así, con verdura de la zona que se diseca en la planta de la Cooperativa antes de ir al molino, el proceso incluye agregados, como el aceite de oliva, son libres de gluten debidamente certificados, y todo el proceso es libre de gluten.
En tres días están envasados en 100 y en 50 gramos, sumó Jorge Vilte, quien también destacó que el proceso ocupa el trabajo de tres personas. “Ahora estamos produciendo 1.000 paquetes de cada variedad por mes, pero si sube la demanda habrá que hacer más”, anticipó también.
Para todos y todas, incluidas las personas celíacas… ¡a disfrutar de este clásico del picoteo con una propuesta bien jujeña!