Históricamente los medios de comunicación masivos, siempre dirigidos y conducidos por hombres, tomaron los temas “de mujeres” con el objetivo de ampliar sus públicos. Si, en la década del 70 del siglo pasado los hombres se dieron cuenta que éramos más mujeres en el mundo, solo con un afán comercial, nunca en busca de equiparar derechos. Por ese entonces las mujeres comenzaron a ser parte activa de los medios de comunicación, y el techo de cristal de las periodistas se visibilizó.
Como pudieron, las mujeres del mundo comenzaron a ocupar un lugar en los medios bajo un halo “rosa”. Los temas por y para mujeres tomaron protagonismo y no le permitieron la consolidación y el reconocimiento como pares en el ámbito periodístico con los hombres. El tiempo pasó y muchas cosas no cambiaron, ni siquiera hoy, con el movimiento de mujeres más activo que nunca en todo el mundo. Las periodistas continúan siendo objeto de sexualización y mansplaining en vivo.
La brecha de género en el mundo periodístico es un hecho ineludible, sobre todo en las esferas más altas de los medios. El ‘techo de cristal’ es una metáfora que hace referencia a la escasez de mujeres en los puestos directivos, llegar a ellos es casi imposible, y en los contados casos en los que esta proeza es alcanzada, la remuneración por la tarea está por debajo de la que percibirá un hombre en el mismo cargo.
Los medios de comunicación son un reflejo de la sociedad. Y si vivimos en una sociedad machista y patriarcal, ¿por qué los medios no serían machistas y patriarcales? ¿por qué los medios estarían exentos de ser reproductores de estos conceptos, idealizando la comunicación y el periodismo? Es situarnos ante el mansplaining, son los hombres lo que plantean las agendas de los medios y son ellos los que hoy imponen términos y condiciones, en un mundo donde no todos los profesionales periodistas están ávidos de formarse y sobre todo de comprender de forma consciente la demanda de la sociedad en materia de contenidos, información y terminología correcta para definir la noticia.
Aquí entran la individualidad y la ideología. El periodismo es ideológico, la objetividad no existe. Se puede contar la noticia con total imparcialidad, pero a la hora de la reflexiónar las ideologías dominantes entren en la escena, y las mujeres periodistas estamos expuestas a el sexismo, como humor, la sexualización de nuestros cuerpos y la imposición de la agenda mansplaining Los comportamientos de una sociedad en la que aún hoy impera la agenda de los varones se traslada a los medios y los ubican en la trinchera del feminismo en la que cada día somos más.
Este 8M más que nunca: Si no tenemos los mismos miedos, no tenemos los mismos derechos y si no tenemos igual oportunidad profesional, no tenemos los mismos derechos.
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