A nivel nacional, los números indican que el empleo presentó una caída de 2,3 %, y en el ámbito privado, hay 118 mil asalariados menos. Si bien, las cifras no son positivas, en el interior, cuatro provincias lograron sobreponerse a la baja: Neuquén incrementó un 5,1%, Santiago del Estero un 4,1%, Jujuy 3,3% y Tucumán 2,8%.
En Jujuy, con la llegada de inversiones para la aplicación de energías renovables y la explotación del litio, incrementó la disposición de puestos de trabajo en instituciones privadas, según indicó el SIPA. Un clara muestra es Olaroz Chico, que se consolidó como el primer pueblo solar con acumulación en baterías de litio, pueblo que cuenta con ocupación laboral al 100% para los pobladores de la comunidad. Asimismo, este impulso, continuó con la inauguración de una nueva escuela de música y tecnología proporcionada por Sales de Jujuy SA. (empresa situada en la localidad para la explotación del oro blanco).
En el ámbito estatal, el empleo tuvo una reducción del 6% (últimos registros en 2018). En términos absolutos, este sector ascendía a alrededor de 86 mil trabajadores, considerando las tres jurisdicciones (municipal, provincial y nacional), lo cual representaba el 2% del total del empleo público del país. Con el valor actual, la provincia se ubica por encima del promedio nacional, con 78 empleados públicos cada 1.000 habitantes.
La brecha salarial por género, en cambio, sigue vigente. Si bien hay una pequeña baja del 24,2% (frente al 24.9% en 2012), las mujeres, al igual que los jóvenes, tienen una inserción laboral más precaria, con mayores tasas de desempleo, subempleo y empleo no registrado. Jujuy comparte lugar entre las provincias con mayores diferencias, junto a La Rioja, San Luis, Santa Cruz y Chubut.
La estadísticas dicen más, en San Salvador de Jujuy y Palpalá, específicamente, se destacó un “bajo” nivel de desocupación, del 7.2%; a nivel general, en el sector primario, hay un 18,4% de las trabajadoras, respecto al total nacional (2,2%); y en el empleo industrial la provincia representa el 5,8% del total, mientras que en el país representan el 11%.
Al explicar por qué la diferencia, surgen muchos enfoques, uno de los principales es de carácter cultural y social, con fuerte arraigo en la historicidad y la tradición, respecto de “roles” ya determinados para la mujer. En ámbitos industriales y mineros, es donde se da mayor disparidad salarial, debido a la “masculinización” de tareas, a esta diferencia le siguen rubros en electricidad, comercio, servicios sociales, transporte, servicios financieros y agricultura.