Cristóbal y Pablo Fernández junto a su mamá Adriana Ibáñez son quienes hoy llevan adelante Panificadora Alameda. Con 59 años de tradición, la panadería emblema de la calle Salta es una pieza característica de una familia que durante generaciones apostó al trabajo jujeño y la producción artesanal de panificados que son un éxito.
“Esta empresa siempre fue familiar, mi bisabuelo llegó de de España y trabajó como panadero en esta panificadora que era de la familia Labarta. Años más tarde el regresa a España y le cuenta a su hijo (mi abuelo) de su experiencia en Argentina; mi abuelo emprendió viaje y también trabajó en la panadería y al poco tiempo llegó mi abuela y mi tío. Mi abuelo le ofreció a don Labarta alquilarla y trabajarla como si fuera propia. Tras eso, no pasó mucho tiempo y mi abuelo le compra la panadería a la familia Labarta y le pone el nombre Alameda”, nos cuenta Cristóbal.
Alameda es el pueblo natal de la familia Fernández, y por eso el abuelo de Cristóbal la bautizó así, resumiendo una historia de inmigrantes que huían de la guerra civil española con sabor a nostalgia. “Ya instalados en Jujuy nace mi papá, también de nombre Cristóbal, que se crió en la panadería y a medida que pasaron los años se fue haciendo cargo; luego, junto a mi mamá, le compra a mi abuelo el negocio familiar”, suma el nieto del primer Fernández en tener la panadería.
En 2010, Cristóbal, luego del repentino fallecimiento de su padre se hace cargo junto a Pablo, Adriana y sus hermanas Lorena y Paula de continuar con la empresa familiar.
Panificadora Alameda en famosa en Jujuy por su calidad y servicio, pero sobre todo por sus bizcochos con sello propio.
“Mucha gente entra a la panadería y tiene recuerdos anécdotas de cuando eran chicos y compraban pan o bizcochos para tomar el té; es gratificante estar presente hace casi 60 años en la casa de los jujeños con algo tan emblemático como los desayuno y las meriendas”, resalta Pablo.
“No sabíamos nada de panadería, yo le daba una mano a mi papá con temas contables y de un día para otro nos hicimos cargo de un negocio que ya estaba armado, que funcionaba pero que teníamos que continuar y nos faltaba práctica... Con el correr de los meses, la fuimos adquiriendo y hoy estamos contentos con haber afrontado el desafío y estar junto a nuestra madre en este negocio que representa una parte muy importante de nuestra familia”, suma.
En cuanto a los servicios, Alameda no sólo es una panificadora de venta al público en sus locales de calle Salta, Güemes y Carrillo en Ciudad de Nieva, sino una gran empresa en donde sus 17 trabajadores divididos en diferentes turnos cubren casi las 24 horas del día en acción.
Productos con historias
Para comer pan fresco los panaderos trabajan a la madrugada, y las puertas de la sucursal de calle Salta abren a las 6 de la mañana. Allí podemos encontrar todas las variedades pan francés, sandwicheros, miñones especiales y comunes, pan de miga, pre pizzas, galletería y pan de tipo casero. Entre todo, el famoso bizcocho Alameda es un emblema de la panadería (¿quién no lee esto con la imagen de las letras del nombre decorándolo?).
Además, podes encontrar toda la línea de facturas y masas secas y el famoso Pan de Navidad “Don Cristóbal” que tiene una gran historia para contar: “Cuando nos hicimos cargo, la vorágine de un negocio con venta al público y fabricación propia nos dejó cerca de diciembre sin saber la receta del tradicional pan que solo sabía mi papá; no puedo negar que entramos en crisis, no queríamos dejar de tenerlo pero no sabíamos hacerlo. Y en Salta vive un tío de la familia que tenía la receta, y viajó a Jujuy y Pablo y yo aprendimos los secretos de este pan característico. Sólo les vamos a contar que tiene muchas frutas secas y un baño de amarettis que lo hacen único”, comparte Cristóbal.
La situación económica actual
En cuanto a la situación actual que atraviesan los comerciantes jujeños Pablo y Cristóbal destacaron “Estamos viviendo años de mucho esfuerzo, es un rubro que sufrió los embates de las subidas de precios, de tarifas de servicios y no siempre podemos volcar a la góndola los costos que se van acumulando, por eso seguimos haciendo el esfuerzo sobre todo frente a una competencia desleal que se genera con las pequeñas panificaciones a puertas cerradas con venta ambulante, en donde el precio es imposible de equiparar con la estructuras que tenemos panaderías históricas como la nuestra. Pero seguimos y vamos para adelante, este negocio es parte de nuestras vidas y hay muchos nietos que algún día aprenderán la receta del pan de navidad para que en las mesas jujeñas no falte un Don Cristóbal”, valoraron.
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