Así, cuando se habla de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) normalmente suceden dos cosas: o no se tiene idea de qué significa, o bien se vincula a mega corporaciones de urbes lejanas.
El Consejo Mundial Empresarial para el Desarrollo Sustentable define la RSE como “El compromiso permanente de las empresas de comportarse éticamente y de contribuir al desarrollo económico, al tiempo que se mejora la calidad de vida de los trabajadores y sus familias, así como de la comunidad local y la sociedad”. En pocas palabras, es la cultura institucional por generar un impacto positivo, siendo sus aplicaciones -como el desarrollo humano- infinitas.
Tratándose de un concepto relativamente nuevo y de prácticas diversas, lo sustancial al emprender en términos de RSE radica en incorporar a la agenda corporativa una serie de principios. Crear una visión con proyección futura, definir lo que es importante para la empresa, facilitará encaminar diferentes proyectos de RSE.
La RSE también puede desafiarse como sector, en cuanto empresas de un rubro pueden compartir procesos productivos, mano de obra e incluso encontrarse insertas en análogas comunidades.
En Jujuy cabe destacar la experiencia del sector tabacalero, que mediante la implementación de los programas Porvenir y Crecer trabaja el progresivo retiro de los niños de las fincas y brega por la erradicación del trabajo infantil.
Estos programas funcionan en las escuelas públicas de San Vicente, La Ovejería, El Chamical, Coronel Arias, Monterrico y Las Pampitas; recibiendo durante el verano a más de 1000 niños y jóvenes hijos de trabajadores rurales, de entre 0 y 18 años de edad. Allí los chicos desayunan, almuerzan y meriendan; mientras realizan junto a docentes actividades recreativas, artísticas y deportivas.
Porvenir es insignia de RSE de Massalin Particulares, Cámara de Tabaco de Jujuy y Cooperativa de Tabacaleros de Jujuy, mientras Crecer es financiado por RENATRE y SENAF; siendo un modelo de colaboración sectorial privada y pública.
En particular, el éxito de la RSE tabacalera reside en que planteó una solución transversal a un problema sectorial, que se proyectó en el bienestar comunitario, revalorizando la protección integral de la infancia, de la familia y el trabajo en condiciones dignas.
Por un lado estaba la necesidad de los trabajadores, quienes al carecer de ayuda para cuidar a sus hijos durante la cosecha -coincidente con el receso escolar- los llevaban consigo a las fincas. Por otro, el problema patronal signado por la presencia de menores en las instalaciones y las consecuentes responsabilidades administrativas y penales. Tampoco era menor la exigencia del mercado internacional, cuya trazabilidad en el cultivo demandaba no sólo estrictos controles fitosanitarios sino un tabaco libre de trabajo infantil. Si bien Provenir y Crecer amainaron estas deudas, el camino es largo.
La ecuación del éxito de las medidas de RSE no siempre es sencilla: el impacto debe ser social, ambiental y financiero, significativo. Los programas de RSE logran la eficacia deseada sólo mediante prueba y error, por lo que resulta imperioso dar el primer paso en la materia.
Las empresas que incorporan la RSE tienen mejor imagen pública y mayor presencia en los medios; su prestigio comunitario se incrementa y su entorno social se torna un sólido aliado. Claramente, en los tiempos que corren, las instituciones no pueden darse el lujo de prescindir de estos valores agregados. Después de todo, como apuntó McLuhan, el medio es el mensaje.
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