La inexorable caída del consumo (provocado por la pérdida de poder adquisitivo del salario), costos fijos que se incrementan producto del cambio repentino en las políticas implementadas por el Estado (servicios públicos), altas tasas de interés (lo cual imposibilita el financiamiento), imposibilidad de trasladar costos a precios, y una fuerte presión tributaria, conforman un conjunto de factores negativos para las pyme de todo el país.
Para la Confederación Argentina de la Media Empresa (CAME), la estructura de costos de una pyme argentina es la siguiente: computando sobre el total de ingresos, un 45% debe destinarlo a impuestos (nacionales, provinciales y municipales) y aportes patronales; 30% es absorbido por el costo de la mano de obra y la producción y, por último, un 25% corresponde a gastos de financiación y logística.
La empresas de pequeño porte se están achicando lo que pueden, pero aquí se enfrentan a un doble problema que es como el lecho de Procusto (personaje de la mitología griega) –tienen una estructura sumamente corta frente a una crisis que, según algunas estimaciones, se avecina demasiado larga?. Por ende, si las tasas no aflojan y la política económica desde el Estado no se orienta a contener y dar solución al sector más productivo de la economía (pyme), resultará muy dificultoso superar este momento.
Las empresas de gran porte pueden acceder a créditos de largo aliento; sin embargo, la pyme está limitada en sus posibilidades. Por el lado de las ventas, cada vez resulta más dificultoso el uso del plástico por el excesivo costo de financiación de las tarjetas de crédito, dificultando el traslado de los costos a precios, y por el lado del crédito, el elevado coste de las tasas de descuento de documentos y las alta tasas de interés imposibilitan un fluido acceso a líneas blandas de financiamiento.
Según un informe de la Fundación Observatorio Pyme, Argentina está entre los países de menor desarrollo financiero del mundo, con una intermediación financiera similar a la de los países del África Subsahariana. Hoy el desarrollo financiero en Argentina es 15% más pequeño que hace 35 años.
A la problemática de acceso al crédito se agregan dos componentes más que son la distancia y el transporte. Un trabajo de investigadores de la UNNE analizó los factores determinantes del acceso al crédito bancario para las empresas industriales pyme en Argentina, y concluye que el tamaño de la empresa y la ubicación geográfica prevalecen como factores explicativos. Por ejemplo, una pyme del norte argentino tiene, como mínimo, un 10% menos de probabilidades de acceder a un crédito. Los costes de transporte de materia prima y mercadería de los centros más alejados hacia el puerto o los centros mayormente poblados incrementa el valor del producto.
A los inconvenientes del crédito se suma la excesiva carga tributaria que debe soportar el sector empresario. Argentina se encuentra entre los países con mayor presión tributaria del mundo, secundado por Bolivia, Eritrea, Guinea Ecuatorial y Palau, entre otros. En el otro extremo, según el Foro Económico Mundial, Estados Unidos es uno de los tres países más competitivos del mundo, junto a Singapur y Suiza, con un bajo índice sale tax.
A pesar de ciertos instrumentos de ayuda al sector pyme (Ley 27.264 y 27.440) vivimos con la ilusión de una mayor reducción en la presión fiscal sobre las pequeñas empresas. Sin embargo, en otras latitudes, países como Hungría ?a partir de enero de 2017? redujeron su carga impositiva siendo el Estado que menos impuestos cobra a las empresas en la órbita de la Comunidad Económica Europea (9%), según el ranking de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Teniendo en cuenta diversas mediciones sobre las cuentas públicas, la recaudación fiscal total en Hungría, contrariamente a lo esperado, no se contrajo.
Por ello, cada vez resulta más necesario un correcto diagnóstico y análisis del negocio que permita anticiparse a la instalación de la crisis o de una futura cesación de pagos, lo cual obliga al empresario a detectar los inconvenientes que impiden superar situaciones que ex post se convierten en enfermedades endémicas.
Existen multitud de factores que, como complemento de los mencionados con anterioridad, pueden provocar una crisis en la empresa. Enumerarlos todos puede ser una tarea casi imposible, sin perjuicio de ello, los más usuales podrían ser los siguientes:
- Caída de las ventas y exceso de stock. Si no se cuenta con una previsión adecuada de las ventas, la empresa realiza compras de mercaderías o materia prima por encima de las ventas reales, se genera un exceso de stock que antes o después hay que pagar y crea un problema de caja, atento a que no se han realizado ventas por esos artículos. Una solución que podría encontrarse para estos casos es la devolución del stock, las ventas a bajo precio o, incluso, al costo lo cual representa una alternativa adecuada para lograr equilibrar los desajustes de caja.
- Gastos financieros excesivos por el pago de impuestos en mora e intereses. Otro grave problema que se presenta es la acumulación de deudas por la realización de gastos financieros no deseados o innecesarios. Esto, muchas veces, obedece a la mala planificación en el pago de impuestos. En estos casos, una financiación a largo plazo, como un préstamo, o la entrada de más capital en la empresa, puede ayudar a recuperar una reducción en las ventas.
- La superestructura del negocio y el exceso de gastos fijos ?sobre todo en el área de empresas prestadoras de servicios? muy elevados, dado que la caída de actividad genera que parte de la infraestructura de la hacienda quede obsoleta o improductiva, parcialmente. Este hecho puede agravarse si se cuenta con una estructura de capital humano excesivo para el tipo de actividad, lo cual puede llevar a que parte de este activo no sea indispensable, por tanto, si no mejoran las expectativas de negocios, antes o después tendrá que llevar a cabo un proceso de ajuste de personal. Estos propios procesos tienen costes económicos (además de los humanos) importantes y si se añade un exceso de activo mal financiado o a crédito, reconducir la situación de la empresa es realmente complicado.
Ante esta coyuntura, ¿qué pueden hacer las pyme? En principio, el margen de maniobra que hoy se dispone es muy reducido si se compara con la capacidad operativa que poseen empresas de mayor porte. Sin embargo, podrían intentarse algunos de los siguientes remedios:
Vender cash o al contado, eliminando el sistema de tarjetas a los fines de evitar pagar altas comisiones permitirá lograr liquidez para sostener los gastos operativos y de caja. Se puede implementar un mecanismo con descuentos por pago en efectivo.
Para las empresas más golpeadas, por una mayor retracción en la actividad económica (marroquinería, textil, librería), sería conveniente implementar algún sistema de promociones que permita mantener las ventas, a los fines de cubrir costos operativos reduciendo márgenes de utilidad.
La utilización del comercio electrónico puede ser una alternativa de cara a una contracción de las ventas en locales físicos. Esto también depende de los sectores sociales a los cuales se quiere llegar con el producto.
Aplazamiento en el pago de impuestos adhiriendo a planes de pago de la AFIP. Hoy el organismo nacional posee tasas más bajas que las de los bancos, lo cual podría ser una alternativa para solucionar, aunque sea momentáneamente el problema. Aún se encuentra vigente el plan de pagos “Puente II” en el cual se pueden incluir deudas vencidas hasta el 30 de septiembre del corriente año.
Extender la cadena de pagos a los proveedores mediante la cancelación con cheques de pago diferido puede ser una solución como mecanismo de autofinanciamiento. Aunque se corre el riesgo de perder negocios, producto de la crisis que también afecta a estos.
Desde la óptica laboral es posible implementar un mecanismo de reducción de horas extras o suspensiones pudiendo llegar, incluso, al despido de algunos empleados no indispensables para el giro comercial. Este mecanismo puede llegar a tener un impacto fuerte en los índices de desempleo.
La venta de mercadería en stock (ej. ropa fuera de temporada) con beneficios o importantes descuentos podría permitir cubrir deudas, sobre todo, con entidades financieras pudiendo hacerse de efectivo en un contexto recesivo.
De cara al futuro, resulta poco probable que se recupere el consumo en los próximos meses, por lo que la receta sería soportar la tormenta y esperar a que, lentamente, vuelva la calma y se recobre gradualmente los niveles de producción, exportación y trabajo.
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