Julián Rojo, director del Departamento Técnico del IAE Mosconi es quien firma el informe publicado este mes por la institución, identificada como un think tank, que, a la vez, dirige el ex secretario de Energía de la Nación Jorge Lapeña.
Lapeña es el que prologa el informe firmado por Rojo, y en esas páginas previas y sobre los resultados compartidos comparte, entre un análisis más amplio, su visión de que “(…) la producción de hidrocarburos de Argentina está en una profunda decadencia de larga data. Estamos mucho peor que en el pasado, la producción de petróleo crudo de 2020 es un 18.3% menor que la de 2010: ¡Hemos perdido una década! Pero lo más impactante aún es que la producción de crudo del país es similar a la de los inicios de la década del 80. Es importante tomar conciencia de que la declinación crónica se inicia en 1998, año en el cual Argentina alcanzó su máximo de producción histórica y que en 2020 la producción total es apenas el 56% de la de aquel año. Si analizamos la performance de la última década puede observarse que en los 10 años hubo 7 años donde la producción petrolera cayó respecto al año anterior, un año donde se mantuvo estable respecto año anterior y sólo dos años de moderado crecimiento”.
“La producción de gas natural en el año 2020 tuvo una disminución respecto de la del año anterior del 8.6%, y también es inferior a la de 2010. En este punto conviene tener presente que los yacimientos convencionales tanto de petróleo como de gas natural que representan el 75% y el 57% de la producción total de Argentina declinan con tasas anuales del 4.8% y el 5.7% respectivamente, lo que pone claramente en evidencia no solo una década perdida desde el punto de vista productivo en toda la geografía nacional sino el hecho que los gobiernos de la década no hayan podido ni articular una explicación, ni una política propia, ni mucho menos una política coordinada para resolver el problema”, agrega Lapeña.
Rojo, autor del informe, analiza que “la baja experimentada en la producción nacional de hidrocarburos se enmarca en un contexto de baja inversión en exploración de riesgo en las áreas convencionales, lo que se manifiesta claramente en una disminución de las reservas comprobadas, probables y posibles de petróleo y gas natural en las cuencas convencionales según los datos oficiales de la Secretaría de Energía. Las reservas comprobadas de petróleo y gas se reducen en todas las cuencas con excepción de la Neuquina, que impulsa el crecimiento total”.
Respecto a subsidios en el sector, en informe del IAE Mosconi brinda un dato fuerte de 2020: que “las transferencias corrientes nominales medidas en dólares corrientes aumentaron 27% en el acumulado a diciembre de 2020 respecto del año anterior”, lo que “implicó mayores subsidios por un monto de USD 1,268 millones explicado por los subsidios a CAMMESA que aumentaron 58% anual en dólares y ocuparon el 75% del total de las transferencias corrientes”.
“En cuanto a la tendencia histórica de los subsidios energéticos en términos anuales, el pico de subsidios se dio en el año 2014 con un total de USD 19,876 millones. A su vez, en los últimos diez años los subsidios acumularon USD 129,561 millones, un monto que más que duplica el préstamo otorgado por el FMI en el año 2018”, suma entre mucha información en informe.
En cuanto a comercio exterior, el informe señala que “entre 2010 y 2020 el monto total de exportaciones energéticas disminuyó 45.2%, lo cual implica una disminución promedio anual del 5.8% en el valor energético exportado de los últimos diez años”. “Por otra parte, las importaciones tuvieron una reducción absoluta del 41% en los últimos diez años y una disminución promedio anual del 5.1%. En el último año las exportaciones se redujeron significativamente menos que las importaciones: -19.3% y -40.6% respectivamente en relación a 2019. Esto resultó en un superávit comercial energético de USD 928. Argentina no tenía superávit energético desde el año 2010”, amplía.
Hay muchos datos, mediciones, panoramas y conclusiones. La investigación de Rojo desde el IAE Mosconi sirve para pensar las políticas públicas en torno al tema, las posibilidades del sector privado, y, también, analizar el campo energético global, que tiende a la diversificación.
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