Hoy es el día del periodista en nuestro país, y a pesar de todo, el periodismo sigue siendo “el oficio más lindo del mundo”.
Convertido en una herramienta de construcción de odio, el periodismo argentino se ha dedicado, en una amplia mayoría, a construir sus mensajes desde la violencia. El denominado “discurso de odio” se multiplica en los medios tradicionales encontrando un nicho fundamental en su versión digital, y de redes sociales.
Múltiples episodios, de diferentes espacios periodísticos, son de gran ejemplo de esta nueva forma de construir noticia: desde el ensañamiento en medios dedicados al espectáculo con el rol de las mujeres y la maternidad; gritos y burlas a entrevistados, la configuración de un mensaje anti derechos de las diversidades, hasta llegar a puntos increíbles, como la fundamentación sin respaldos científicos sobre la pandemia generando un daño sobre la salud pública, la construcción de un universo de paralelo de los antivacunas y el dióxido de cloro ingerido en vivo frente a millones de argentinos en prime time. El periodismo escala en la violencia no solo simbólica sino verbal y hasta física.
Resulta irracional a quienes ejercemos el periodismo desde un profundo respeto, considerar como tal a muchas expresiones que podemos ver en medios de todo el país. El periodismo es otra cosa. Y aunque no formo parte de la “old school” periodística, la ética profesional, la corroboración una un mil veces de la información con fuentes confiables, el respeto por el off y la rigurosidad de los tiempos, citas y datos técnicos que componen una noticia, no pueden ser dejados de lado por defender intereses, económicos, partidarios e ideológicos, que no conducen a ningún sitio seguro nuestras producciones periodísticas.
Estamos atravesando una crisis periodística, y no por las figuras que lo ejercen, los periodistas vienen y van según los medios los quieren o no contratar. Son las formas de hacer periodismo, las que están en crisis. Esta nueva etapa, donde prima el insulto, los gritos y la falta de información, parece haberse instalado, y nos conduce rápidamente, y al parecer sin retorno, a una decadencia de la palabra, de la investigación y sobre todo del componente ético que debe primar ante la producción periodística.
Argentina fue ejemplo del periodismo latinoamericano, con investigadores de alto nivel que nos permitieron a las generaciones venideras levantar la bandera de la libertad de prensa con orgullo. Hoy, el periodismo argentino tiene una oportunidad única, re inventarse a sí mismo desde un lugar del amor por la profesión, por la noticia bien narrada, por la felicidad que da investigar, entrevistar y publicar.
“La calidad de la noticia se ha perdido por culpa de la competencia, la rapidez y la magnificación de la primicia. A veces se olvida que la mejor noticia no es la que se da primero, sino la que mejor se da”. Gabriel García Márquez, en Semanario "Radar", Argentina, 1997.
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