¿Como el IFE y luego la RBU?: la CEPAL propone ir hacia un ingreso básico en Latam y el Caribe

“El desafío social en tiempos del COVID-19” es el tercer informe especial de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de Naciones Unidas desde la declaración de la pandemia. Fue publicado esta semana, y profundiza las primeras sugerencias sobre la oportunidad global de pensar modelos más distributivos para un mundo con mejores perspectivas sociales, culturales, económicas y ambientales. Ahora, propuso ir hacia un ingreso que garantice  satisfacer necesidades básicas y sostener el consumo de los hogares. Lo plantea como un ingreso básico de emergencia, aunque proyectan que debiera quedar permanente para los sectores más vulnerables. ¿Una especie de ingreso familiar de emergencia (IFE), como el reciente de Argentina, y, para el futuro, una renta básica universal (RBU), el modelo de reducción de desigualdad y garantía de vida que ya ensayan países del primer mundo?

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La reducción de la desigualdad económica es abordada desde muchas perspectivas, que le dan su particularidad cuando se la intenta como política pública. En países como Finlandia, Holanda, Canadá, Escocia y Francia, la Renta Básica Universal (RBU) se ensaya con esa intención y como derecho que garantiza la vida; consiste en poder percibir una asignación periódica que te asegure el alimento y otros derechos básicos aunque no tengas trabajo. En América Latina, medidas similares aunque no del todo universales son tildadas muchas veces de populismo o asistencialismo.


Recientemente, una de las cinco comisiones mundiales de Naciones Unidas, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), presentó nuevo informe sobre los desafíos sociales de la crisis por COVID-19; las proyecciones son tristes en cuanto a pobreza, la pobreza extrema y la desigualdad en la región, y todas las sugerencias tienden a señalar lo vital de apoyar a las poblaciones más vulnerables.

“En esta edición se actualizan las cifras macroeconómicas derivadas de la crisis sanitaria global y se miden sus diferentes impactos socioeconómicos que evidencian un aumento de la pobreza, la pobreza extrema y reflejan la matriz de la desigualdad en la región”, inicia la presentación del informe en medios oficiales de CEPAL, y continúa: “ante las grandes brechas históricas que la pandemia ha agravado, la CEPAL reitera que es el momento de implementar políticas universales, redistributivas y solidarias con enfoque de derechos, para no dejar a nadie atrás. Las respuestas en materia de protección social deben articular las medidas de corto plazo necesarias para atender las manifestaciones más agudas de la emergencia (garantía universal de ingresos, acceso universal a las pruebas y a la atención médica, a los servicios básicos y a la vivienda, a la alimentación adecuada y a la educación), con otras de mediano y largo plazo (salud universal, estrategias de inclusión laboral en el período de la recuperación), orientadas a garantizar el ejercicio de los derechos de las personas mediante el fortalecimiento del Estado de bienestar y la provisión universal de protección social”.

Como los anteriores informes, de los que ya te contamos aquí, está firmado por Alicia Bárcena, secretaria Ejecutiva de la CEPAL. En una conferencia de prensa virtual transmitida en vivo desde Santiago de Chile, la funcionaria entregó también los detalles de la propuesta de la CEPAL sobre un ingreso básico de emergencia (IBE) que debiera implementarse en lo inmediato, con perspectivas de permanecer en el tiempo de acuerdo con la situación de cada país. “Esto es especialmente relevante dado que la superación de la pandemia tomará su tiempo y las sociedades deberán coexistir con el coronavirus, lo que dificultará la reactivación económica y productiva”, enmarcan envíos de la CEPAL.

“La pandemia ha hecho visibles problemas estructurales del modelo económico y las carencias de los sistemas de protección social y los regímenes de bienestar que hoy nos está resultando muy caro. Por ello, debemos avanzar hacia la creación de un Estado de bienestar con base en un nuevo pacto social que considere lo fiscal, lo social y lo productivo”, señaló Alicia Bárcena en la presentación del Informe.  La CEPAL propone la entrega de un IBE equivalente a una línea de pobreza (costo per cápita de adquirir una canasta básica de alimentos y otras necesidades básicas) durante seis meses a toda la población en situación de pobreza en 2020 (es decir, 215 millones de personas o el 34,7% de la población regional). Esto implicaría un gasto adicional del 2,1% del PIB para abarcar a todas las personas que se encontrarán en situación de pobreza este año.

Según las presentaciones oficiales del Informe, las conclusiones a las que arriba son que entre los efectos sociales que traería la pandemia del COVID-19 estarán los de que:

  • provocará en el corto plazo un aumento de la pobreza, la pobreza extrema y la desigualdad en la región, debido al contexto de bajo crecimiento económico;
  • ante la caída del -5,3% del PIB y el aumento del desempleo de 3,4 puntos porcentuales proyectados por la CEPAL en el Informe Especial COVID-19 N° 2, en 2020 la pobreza en América Latina aumentaría al menos 4,4 puntos porcentuales (28,7 millones de personas adicionales) con respecto al año previo, por lo que alcanzaría a un total de 214,7 millones de personas (el 34,7% de la población de la región);
  • entre estas personas, la pobreza extrema aumentaría 2,6 puntos porcentuales (15,9 millones de personas adicionales) y llegaría a afectar a un total de 83,4 millones de personas.

Asimismo, en línea con el aumento de la pobreza y la pobreza extrema, también crecerá la desigualdad en todos los países de la región. La CEPAL proyecta incrementos del índice de Gini de entre el 0,5% y el 6,0%. Una vez más, los peores resultados se esperan en las economías más grandes de la región. El informe agrega que en este escenario de mayor pobreza y desigualdad, amplios estratos de la población de la región viven en condiciones crónicas de inseguridad económica y son muy vulnerables ante las pérdidas de ingresos laborales. De esta forma, la CEPAL estima que alrededor del 10% de las personas que se encontraban en situación de pobreza no extrema en 2019 (11,8 millones de personas) vería deteriorada su situación económica y caería en una situación de pobreza extrema. También habría un fuerte deterioro de la posición de las personas que pertenecían a los estratos medios.

“Los grupos especialmente vulnerables a la crisis socioeconómica serían las mujeres, las personas de estratos de ingresos bajos y medios-bajos, los trabajadores informales, las trabajadoras domésticas remuneradas, los niños, niñas y adolescentes, los jóvenes, las personas mayores, la población rural, los pueblos indígenas, los afrodescendientes, las personas con discapacidad, los migrantes, y las personas en situación de calle”, asegura.

El estudio explica que a partir del 13 de marzo los gobiernos de la región comenzaron a anunciar medidas de protección social como reacción ante la caída abrupta de los ingresos de los trabajadores y de los hogares. Estas han incluido transferencias monetarias, transferencias de especies (como alimentos, mascarillas y medicamentos), suspensión o exoneración en el pago de los suministros de servicios básicos (agua, luz, gas, teléfono, internet, etc.), medidas de protección social para trabajadores formales, y otros apoyos directos a personas y familias (como alivios tributarios y control de precios, entre otros).

A la fecha, explica CEPAL, en total se han aplicado 126 medidas de protección social en 29 países para la población pobre y vulnerable. Entre ellas, las transferencias monetarias y de alimentos alcanzan a 90,5 millones de hogares, es decir, alrededor del 58% de la población regional. “La pandemia ha agudizado las dificultades de la población —especialmente la más pobre y vulnerable— para satisfacer sus necesidades básicas. Por ello, es preciso garantizar los ingresos, la seguridad alimentaria y los servicios básicos a un amplio grupo de personas cuya situación se ha vuelto extremadamente vulnerable y que no necesariamente estaban incluidas en los programas sociales existentes antes de la pandemia”, recalcó Bárcena.

Para articular la protección social en el corto, mediano y largo plazo, la CEPAL señala que además de implementar medidas inmediatas para atender la emergencia, es necesario superar desafíos operacionales, como la bancarización de la población, completar los registros sociales, actualizarlos e interconectarlos. En el mediano y largo plazo se debe garantizar el ejercicio de los derechos mediante el fortalecimiento del Estado de bienestar y la provisión universal de protección social, introducir un sistema de cuidado, y la implementación gradual y búsqueda de mecanismos innovadores de financiamiento sostenibles.

 “Construir el Estado de bienestar y sistemas de protección social universales es clave para evitar otra década perdida”, enfatizó. ”Un elemento central en la construcción de un Estado de bienestar es el derecho a la salud. Superar la actual fragmentación, jerarquización y mercantilización de los sistemas de salud será una de las enseñanzas que dejará la pandemia”, declaró la Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, y finalizó recordando que “para salir de la crisis es necesario repensar el modelo de desarrollo y consolidar las dimensiones económicas, sociales y ambientales del desarrollo sostenible, sin dejar a nadie atrás, como se plantea en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y a través de un nuevo pacto social/fiscal”.


Al informe, con sus datos muy recientes, podés descargarlo aquí.

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