2020 es el año en que se cumplen 40 de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer y 25 de la aprobación de la Declaración y la Plataforma de Acción de Beijing. También, el año en que la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) presentó el primer informe regional sobre el avance en la aplicación de la Estrategia de Montevideo para la implementación de la Agenda Regional de Género, y los resultados todavía señalan mucho camino a recorrer por la igualdad. Fue en el marco de la XIV Conferencia Regional sobre la Mujer, que se celebró días atrás (entre el 27 y el 30 de enero) en Santiago, Chile.
La estrategia Montevideo
La Estrategia de Montevideo hacia 2030 fue aprobada en la XIII Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe organizada por la CEPAL y el Gobierno del Uruguay, celebrada en Montevideo del 25 al 28 de octubre de 2016. En ella, se establecieron metas y lineamientos que se identificaron como una apuesta política para alcanzar la igualdad de género en la región de aquí a 2030. Los ejes principales analizados y proyectados en aquel entonces fueron diez: 1) Marco normativo para la igualdad y el Estado de derecho; 2) Institucionalidad: políticas multidimensionales e integrales de igualdad de género; 3) Participación popular y ciudadana; 4) Construcción y fortalecimiento de capacidades estatales; 5) Financiamiento: movilización de recursos para la igualdad de género; 6) Comunicación: acceso a la información y el cambio cultural; 7) Tecnología; 8) Cooperación: hacia una gobernanza multilateral democrática; 9) Sistemas de información; y 10) Monitoreo, evaluación y rendición de cuentas: garantía de derechos y transparencia.
El Primer Informe de la aplicación de la Estrategia
La CEPAL sostiene que, comenzando esta década del ’20 del siglo XXI, su informe “constata que los avances en el camino hacia la igualdad de género no son lineales. Como consecuencia de los cambios en los escenarios económicos, políticos y sociales, existen retrocesos y se plantean nuevos desafíos para lograr el desarrollo sostenible a partir de la igualdad de género, la autonomía de las mujeres y el respeto de sus derechos”.
Reconoce también la CEPAL -una de las cinco comisiones regionales de la ONU- que la aplicación de las medidas de la Estrategia de Montevideo está contribuyendo a la construcción de un entramado institucional “que moviliza la voluntad política y asegura que las acciones para el logro de la igualdad de género se constituyan en políticas de Estado”, aunque señala que el primer desafío es la relación entre “la magnitud de las desigualdades de género en la región y las capacidades y los recursos estatales disponibles para hacerles frente”, y para argumentar esto comparte las cifras recopiladas por el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe (OIG) de la CEPAL, que había contabilizado en cerca de 4.000 la cifra de mujeres asesinadas por el solo hecho de ser mujeres en 2018.
“Un segundo desafío es que aún es necesario intensificar los esfuerzos para una mayor desagregación de los datos (...[desde la interseccionalidad y la interculturalidad]...) Es especialmente importante conocer y abordar la situación de las mujeres rurales, indígenas, afrodescendientes, migrantes, adolescentes y jóvenes, entre otras, y el conjunto de barreras que deben sortear para lograr la autonomía”, puntualiza –entre otros desafíos que advierte para seguir deconstruyendo la desigualdad- la CEPAL al presentar su informe.
Los datos de la desigualdad
Un capítulo del Informe es el dedicado a la “Desigualdad socioeconómica y persistencia de la pobreza en el marco de un crecimiento excluyente”, y, entre otros datos, uno de los que se analizan son los referidos a la distribución de la población ocupada. Des este ítem, se concluye que en promedio de un conjunto de 18 países de América Latina, del total de la población ocupada:
- el 61,3% del empleo asalariado corresponde a varones, y el 38,7% a mujeres;
- al trabajo de servicio doméstico, lo realizan en sólo un 5,6% los varones y en un 94,4% las mujeres;
- los casos en que los varones son empleadores suman el 69,9%, y las mujeres el 30,1%;
- al trabajo de familiar auxiliar, lo realizan en un 37,4% los varones, y en un 62,6% las mujeres; y
- son trabajadores varones por cuenta propia un 60,1% y un 39,9% son mujeres.
Además de la desigualdad socioeconómica, la CEPAL encuentra otros nudos estructurales de la desigualdad de género en América Latina y el Caribe, y a cada uno le dedica su capítulo con datos, indicadores y análisis: la división sexual del trabajo e injusta organización social del cuidado; patrones culturales patriarcales, discriminatorios y violentos y predominio de la cultura del privilegio; y concentración del poder y relaciones de jerarquía en el ámbito público.
El informe se completa con los capítulos referidos a la contribución de la Estrategia de Montevideo al diseño e implementación de las políticas de igualdad en la región; la aplicación de la Estrategia de Montevideo en el diseño de planes y el fortalecimiento de la institucionalidad de género y los sistemas de información; las principales políticas e iniciativas para la autonomía de las mujeres; los Ejes clave para el logro de la autonomía física de las mujeres, de la autonomía económica de las mujeres y de la autonomía de las mujeres en la toma de decisiones; los desafíos actuales y horizonte 2030 para la igualdad de género; y dos capítulos muy sustanciosos de cuadros, gráficos y diagramas referidos a, por ejemplo, mujeres que ocupan el cargo de vicepresidenta, mecanismos e iniciativas dentro del Estado para la coordinación de las políticas de igualdad de género, marcos normativos, trabajo no remunerado, entre otros. También, presenta una hoja de ruta hasta 2030.
No podemos adentrarnos aquí en todos esos análisis del informe. Pero sí lo recomendamos. Es imperdible para quienes trabajan en el campo de las políticas, las empresas sociales, el emprendedurismo y el sector privado que promueve impactos sociales positivos para la comunidad creyendo en que son necesarias condiciones menos hostiles para la mujer y la diversidad de géneros. Es sintético y accesible, y está disponible aquí.
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