“Yuyos bien comidos”, INTA Rafaela que enseña a incorporar yuyos a tu nutrición (incluye recetas)

Las nuevas tendencias en gastronomía y nutrición vuelven a saberes antiguos y a la materia prima obtenida por las propias manos. Y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) siempre ha sido un productor de conocimientos al respecto en nuestro territorio. En el libro “Yuyos bien comidos”, los autores brindan una compilación de las hierbas que se encuentras en jardines y campos argentinos, su identificación, historia y usos. Te decimos dónde descargarlo.


 

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“La palabra ‘yuyo' -que proviene del quechua yuyu, hortalizas- tiene en la Argentina una acepción despectiva. Sin embargo, en el Perú se aplica a las hierbas tiernas y comestibles, y en Colombia y Ecuador a las hierbas condimentarias.


En épocas donde el clima no permite cultivar ciertas verduras en la huerta, la naturaleza nos ofrece otros alimentos. Los yuyos están a nuestro alcance, crecen en forma espontánea, resistiendo todas las adversidades, en baldíos, al borde de los alambrados y cunetas, cerca de los campos; sólo hace falta aprender a reconocerlos y conocerlos”, inicia en su introducción el breve libro de  Ricardo Ledesma y Cecilia Nava, editado en 2009 por Ediciones INTA - EEA Rafaela, y catalogado por la editorial como libro sobre plantas comestibles y malezas.

El libro analiza en profundidad las plantas, hierbas y malezas de la región pampeana norte, aunque en su contenido nos encontramos con yuyos que vemos en nuestros  jardines, plazas y campos jujeños: el diente de león, la ortiga o la cerraja, por ejemplo.

“Cada yuyo, hasta el más insignificante, posee propiedades especiales y suministra a nuestro cuerpo proteínas, hidratos de carbono, fibra, vitaminas, minerales, grasas, aceites esenciales. Aportan pocas calorías al organismo y brindan elementos fundamentales para el desarrollo, estimulan el apetito y facilitan la digestión. La lista de yuyos es enorme, muchos de ellos, ahora considerados silvestres y malas hierbas o malezas, fueron cultivados durante siglos para la alimentación humana. Recordemos que en un principio la sociedad fue cazadora y recolectora: los recolectores no contaban con grandes campos de maíz o trigo sino que buscaban entre arbustos, hierbas, árboles los frutos o plantas comestibles de mejor calidad. Poseen una mejor capacidad para adaptarse al medio, mayor vitalidad y calidad biológica que los cultivados, justamente porque no han sido modifica-dos por el hombre. Y si bien no constituyen la base de la nutrición humana, son un complemento original y sano de la alimentación equilibrada”, cierran la Introducción los autores.

En el libro podés encontrar recetas como las de miel de flores de diente de león, ñoquis de hojas de lengua de vaca, o de huevos fritos con verdolaga.


Escuchá al autor explicando su investigación en el Programa “Hecho ciencia” en el podcast de la Radio del INTA.

Y accedé a la publicación, disponible aquí.

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