En un encuentro en la provincia, referentes del Movimiento Argentino para la Producción Orgánica (ONG MAPO) brindaron una charla a emprendedores y productores locales sobre los beneficios y sobre cómo volcarse a la producción de tipo orgánica. También, el presidente de MAPO, Ricardo Parra, junto a representantes del Ministerio de Producción jujeño, integrantes de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) y actores del sector privado recorrieron la provincia en busca de nuevas experiencias orgánicas en las diferentes regiones, y en ese marco intercambiaron con representantes del INTA, la Sociedad Rural, Instituto Minka, municipios y Universidad Nacional de Jujuy.
La producción orgánica en el país siempre tuvo como objetivo el mercado extranjero, con un gran potencial exportador de productos de alta calidad y de diversos rubros, se sabe. Sin embargo, hoy el mercado local es cada vez más grande y Buenos Aires es su nicho por excelencia. Alimentos, bebidas, conservas, criaderos de animales, y hasta productos cosméticos son el boom, y Jujuy puede formar parte de este estallido.
La jornada tuvo eje en aprender sobre la agricultura orgánica y su comercialización. El objetivo es que la producción jujeña comience a formar parte del gran entramado nacional de productores y empresas que apuestan a este tipo de ofertas en la tendencia saludable, además de ser prácticas amigables con el ambiente.
¿Qué es la producción orgánica?
Es la producción guiada por la ecología, la salud, la precaución y el cuidado. En Argentina está regulada por la Ley 25.127, de “Producción Ecológica, Biológica u Orgánica”, sus Decretos y Resoluciones reglamentarias, e incluye un sistema de certificación y control.
En su artículo 1°, la mencionada ley define: “se entiende por ecológico, biológico u orgánico a todo sistema de producción agropecuario, su correspondiente agroindustria, como así también a los sistemas de recolección, captura y caza, sustentables en el tiempo y que mediante el manejo racional de los recursos naturales y evitando el uso de los productos de síntesis química y otros de efecto tóxico real o potencial para la salud humana, brinde productos sanos, mantenga o incremente la fertilidad de los suelos y la diversidad biológica, conserve los recursos hídricos y presente o intensifique los ciclos biológicos del suelo para suministrar los nutrientes destinados a la vida vegetal y animal, proporcionando a los sistemas naturales, cultivos vegetales y al ganado condiciones tales que les permitan expresar las características básicas de su comportamiento innato, cubriendo las necesidades fisiológicas y ecológicas”.
En síntesis, la producción orgánica se trata de un sistema de producción sostenible que promueve el cuidado ambiental, mediante el fortalecimiento de la biodiversidad y la actividad biótica del suelo, y sin agroquímicos. Sus productos son, además alimentos trazables, producto de un sistema de normas y fiscalización reconocido internacionalmente.
La producción orgánica “combina tradición, innovación y ciencia para beneficio del ambiente compartido, promueve relaciones justas y una buena calidad de vida para todos aquellos que intervienen”, expresó en su informe de 2008 la Federación Internacional de Movimientos de Agricultura Orgánica (IFOAM), la organización paraguas mundial para el movimiento de agricultura ecológica, que representa cerca de 800 afiliados en 117 países.
La producción orgánica, entonces, se basa en el uso mínimo de insumos externos, sin fertilizantes y plaguicidas, ni manipulación genética. Se utilizan métodos que minimizan la contaminación del aire, suelo y agua. El resultado son alimentos saludables y nutritivos cuya producción no daña el planeta y –además- agregan valor a la producción, calculado entre un 30 y un 50% más que la producción no orgánica.
El encuentro en Jujuy fue uno de los que organiza MAPO en todo el país a la espera de la Primera Semana Orgánica Argentina, que tendrá lugar del 3 al 8 de diciembre en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
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