El chilto (Solanum betaceum) es conocido también como tomate de árbol, y en nuestro territorio se lo consume desde tiempos anteriores a la colonización. Actualmente, su producción es compatible con el ordenamiento territorial de los bosques nativos de las provincias, previsto por la Ley nacional 26.331, de “Presupuestos mínimos de protección ambiental de los bosques nativos”.
El manejo de este producto forestal no maderero – también conocido como tomate de árbol- se incluyó entre las actividades del proyecto “Uso Sustentable de la Biodiversidad en los Bosques de Alto Valor de Conservación” (Proyecto GEF ARG 15/G53), gestionado por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
En la provincia, desde principios de junio funciona la Sala de Procesado de Frutas Nativas, en Valle Grande, donde el chilto es protagonista. Del “superfruto” (nombrado popularmente así en reconocimiento de sus propiedades nutricionales y de optimización funcional de la salud), se obtendrán en Valle Grande mermeladas, almíbares, escabeches, salsas picantes y pulpa; además de que la planta procesadora también sea espacio para producciones locales de otras frutas y cultivos familiares.
La planta de Valle Grande tuvo la gestión del Ministerio de Ambiente de Jujuy, el financiamiento de la cartera nacional homónima, y el acuerdo conjunto de ambas instituciones y la ciudadanía de fomentar las producciones regionales de pequeños productores y revalorizar la cultura local y la tradición desde una perspectiva sustentable.
Pero la promoción del cultivo y manejo del fruto es constante. Ya hubo un Festival del Chilto, propiciado por las carteras ministeriales de Ambiente y de Cultura y Turismo, que incluyó además de a productores, a actores claves de la gastronomía regional, que conocieron más sobre el fruto y también compartieron saberes culinarios que lo incluyen en diversas preparaciones.
En el marco del proyecto “Usos Sustentables de la Biodiversidad” (USUBI) que Ambiente, se dictaron una serie de talleres para el tratamiento de cosecha, post cosecha y prueba de comercialización de fruta fresca de tomate Chilto, en la localidad de Ocloyas, especialmente para para pequeños productores de esa localidad y de las de Catre, Tres Lagunas y Trementinal.
Y hubo gestiones exitosas respecto a comercializar el fruto en restaurantes locales y de Buenos Aires, sumando a su posicionamiento en el rubro gastronómico.
El chilto resurge en las prácticas de la agricultura local y en la memoria de todo el territorio. Resuenan sus beneficios para la salud, y también sus proyecciones como actividad económica sustentable, con el triple impacto perseguido por los objetivos de desarrollo sostenible: económico, social-cultural y ambiental.
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